La crisis alimentaria está afectando a nuestro país, específicamente en la zona norte. Sin embargo, se han abierto espacios para disminuir el impacto y esto es lo que busca la Fundación Jilaya, encabezada por su presidenta Carolina Díaz.

La fundación Jilaya se consolidó con el objetivo de generar un impacto en la alimentación de la población y darle vida nuevamente a aquellos alimentos que terminan la mayoría de las veces como desecho orgánico. Así esta fundación creó un micro banco de alimentos saludables, que cuenta con la finalidad de crear espacios y actividades de carácter ambiental para así reducir y mitigar este impacto en la zona norte.

Nosotros somos una fundación medioambiental, la recuperación de alimentos para nosotros está relacionada con dar el uso de estos recursos naturales para evitar la pérdida de esos componentes y también soslayar los gases de efecto invernadero y hacer una acción desde ese punto de vista”, comenta Carolina.

Esta Fundación tuvo sus orígenes en un grupo de madres que tenían a sus hijos en una escuela con enfoque más sustentable, de esta manera, se comenzaron a generar huertos en la escuela y se consolidó la Fundación Jilaya, para crear iniciativas que ayuden a otras familias de menos recursos a alimentarse.

Como fundación, ¿qué herramientas han podido implementar para abordar esta crisis?

 Nosotros como fundación hemos realizado diversas actividades educativas en las ferias libres, mientras nosotros estamos haciendo paralelamente esta recolección de alimentos para nuestro micro banco. En estas actividades llevamos distintos expertos como nutricionistas para que puedan aportar en esta información y cómo ellos utilizan estos alimentos. Entonces acá en Antofagasta se ha llevado a cabo dinámicas bastante interesantes que creo que son únicas en las que, por ejemplo, tengo un voluntariado a una persona proveniente de Perú y que es hija de personas que trabajan en la feria en dicho país y que utilizan las hojas de choclos o las hojas de cualquier hortaliza que acá la botamos allá en Perú le dan un uso.

Esta fundación trabaja en conjunto con otros voluntarios que intervienen y apoyan en este proceso. Como lo son scout, miembros de iglesias, profesionales de la salud y empresas privadas.

Otro factor que ha influenciado en la seguridad alimentaria es la migración producida en el norte, “Con eso nosotros estamos dando alimentación a las personas que lo están pasando muy mal acá en el norte de Chile, ya que es una zona donde las situaciones están muy crudas porque la gente viene cruzando la frontera de manera ilegal, atravesando un desierto a pie con niños, con bolsos, con todo. Las personas que llegan acá a Antofagasta llegan agotadas, deshidratadas, en una situación donde su estado mental y de salud está muy degradado. Por ende, la importancia de dar valor a estos productos que están a disposición y darles un primer apoyo a estas personas por un tema de humanidad, de Derechos Humanos, es primordial”, señala la presidenta de la Fundación Jilaya.

Pero lamentablemente esta situación producida en el norte de Chile no es algo nuevo, sin embargo, las autoridades no han prestado el suficiente apoyo a los pobladores al respecto. “Cuando uno va a plantear estas situaciones a las autoridades para poder contar con su apoyo, ayuda y los recursos que disponen, ellos lo postergan porque no es una realidad muy visible, ni que los preocupe todavía”, señala Carolina.

Es por eso que la comunidad de Antofagasta ha intercedido en este funcionamiento de la seguridad alimentaria y la migración, asimismo, son los más cooperadores con esta situación, así la cabecilla de la Fundación Jilaya afirma: “La comunidad es la que más ha hecho acciones que han mitigado los efectos negativos porque definitivamente las autoridades están ausentes y deberían entregar lo suficiente para que la comunidad esté bien, uno agota todos los recursos para poder aportar porque si no lo hacemos nosotros, no se hace, ya que la autoridad desvía la mirada”.

A pesar de lo abandonada que está la ciudad donde sus costas están plegadas de familias extranjeras viviendo en campamentos con deplorables situaciones. “La bella costa está opacada por la pobreza, el abandono y por la situación que viven las personas que sobreviven gracias a la solidaridad de las personas y que, si bien es cierto, no viven en condiciones óptimas ya que no hay quién”, añade Carolina Díaz.

¿Cuáles son sus objetivos como Fundación?

A mediano plazo esperamos ya realizar unos ajustes a los micro bancos de alimentos ya que ha sido fuertemente criticado por su apego al existencialismo y que no permite un desarrollo local correspondiente. Entonces tomando todas esas críticas estamos redirigiendo esta nueva propuesta para realizar un proyecto que de la posibilidad de crear instancias donde le demos valor al patrimonio gastronómico multicultural que existe acá en Antofagasta, donde los alimentos que se están perdiendo en este momento puedan ser utilizados para poder conocer las tradiciones de estos países que están acá presentes por medio de estos habitantes que comparten con nosotros.

Asimismo, la fundación hace un llamado a trabajar por la seguridad alimentaria, concientizar y hacer cambios desde nuestro hogar. Cómo reciclar, reutilizar los alimentos y ayudar a quienes más lo necesitan. De igual forma, en la zona norte hay muchas familias en condiciones inhumanas, muchas de ellas sin luz ni agua y muchas veces su único alimento viene de autogestión de los mismos pobladores.

Da pena salir de las casas y ver cómo hay personas de la tercera edad sacando alimentos de nuestros basureros o están comiendo sentados ahí en estos basureros. Son personas que no tienen la intención de dañar o perjudicar, sino que andan en la búsqueda de lo vital que es alimentarse”, dice Carolina Díaz.