El impacto ambiental del fast fashion alcanza alarmantes cifras
El concepto de fast fashion, consiste en la producción masiva de prendas desechables, en relación a la industria de la moda, las tendencias y la “necesidad” de innovación ,lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal.
La fast fashion provoca que se introduzcan al mercado muchas colecciones de ropa “en tendencia”, durante lapsos breves. Así, se sigue este modelo de producción donde se fabrican prendas con materiales de baja calidad para asegurar un precio barato, por lo que incluso podríamos hablar de ropa prácticamente desechable. Además, su velocidad de manufactura repercute en su escasa durabilidad.
De igual forma, la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones de carbono a nivel global y produce alrededor del 20% de las aguas residuales mundiales. Es la segunda industria más contaminante después de la petrolera, consumiendo más energía que la industria de la aviación y el transporte marítimo combinadas.
Esto, debido a que una prenda, ya sea fabricada con material sintético o fibras naturales, contamina durante todo su proceso de producción.
Asimismo, para cumplir con los plazos que la fast fashion ha impuesto, la elaboración de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, donde los trabajadores son explotados y suelen trabajar entre 14 y 16 horas diarias.
El proceso para fabricar el poliéster necesario para un año de producción textil produce la misma cantidad de CO2 que 180 centrales de carbón – el equivalente a 700 millones de CO2 cada año. Además, algunos reportes estiman que esta cifra podría doblarse para el año 2030.
Uno de los ejemplos de esta moda rápida, es la marca Shein, que funciona de manera online y ha captado a miles de clientes alrededor del mundo por sus prendas en tendencia y sus bajos precios.
Además, Shein se ha convertido en la empresa de fabricación y distribución textil más grande del mundo, al conseguir una valoración de 92.000 millones de euros, superando la suma de las cifras de Inditex (62.000 millones de euros) y H&M (18.500 millones de euros).
Las consecuencias de esto, es que contribuye a las emisiones de carbono y producción de desecho, ya que produce entre 35.000 a 100.000 prendas al día. Es por eso que Shein se lleva el peor puesto en términos de sostenibilidad, desde el uso de químicos nocivos, hasta las emisiones de CO2 y producción de microplásticos.
Por otro lado, no hay ninguna evidencia de que la marca está tomando acción alguna para mitigar su impacto medioambiental. Todo esto, además de que está perpetuando la cultura del consumismo extremo por la producción en masa de ropa con precios muy bajos y de pésima calidad.
Asimismo, según datos de Greenpeace, la fabricación de ropa involucra el uso de químicos altamente dañinos para la salud humana, que se liberan en ríos y otros cuerpos de agua.