La Pandemia del Covid-19 indudablemente ha afectado de manera negativa diversas áreas de la vida de las personas, en paralelo a los problemas de salud ha conllevado el empobrecimiento de grandes grupos de personas, consecuencias negativas sobre la salud mental de la población y también un alza importante en el hambre y la dieta de las personas en general, en donde Chile no se ha visto exento de estas problemáticas.

Según se informa en el diario El Mercurio, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indica que en Chile se ha registrado un alza de un 3,4% entre 2018 y 2020, comparado con 3,1% entre 2004 y 2006, afectando a aproximadamente 600 mil personas, considerando que la población chilena está subalimentada (hambre de forma constante).

Eve Crowley, la representante de la FAO en Chile, señaló al medio citado que «el último incremento de la malnutrición responde a los efectos de la pandemia por covid-19, pero tiene su origen en una profunda desigualdad, en el mundo y en Chile». Esta situación, de empobrecimiento generalizado y «profunda desigualdad», en relación al problema sanitario se ha hecho mucho más visible en estas condiciones, afectando a personas de distintos estratos sociales, generando la necesidad de que organizaciones comunales, por ejemplo, religiosas y de individuos particulares, hayan organizado diversas ollas comunes en sus territorios, lamentablemente estas acciones no logran solucionar la problemática de fondo y se sitúan como hitos concretos en distintos espacios o poblaciones, que si bien realizan una importante labor de entregar alimentos y dignidad a las personas no puede ser considerados soluciones definitivas.

Así mismo, Crowley añadió que «una dieta saludable es necesaria para una vida activa, digna y existen muchos chilenos que hoy no la pueden costear. Nuestro llamado urgente es a los constituyentes, quienes tienen una oportunidad única de incorporar explícitamente el derecho a la alimentación en la nueva Constitución».

Para miles de chilenos las ollas comunes han sido la única fuente de alimento en esta pandemia, afectando dramáticamente a personas de todas las edades en distintos lugares de nuestro país, donde se han perdido 1,8 millones de empleos y suspendido más de 700.000 desde comienzo de año, según datos gubernamentales.