En nuestro país, el Niño provoca aumentos tanto en la temperatura del mar como el nivel de precipitaciones desde la zona norte hasta el centro, afectando de esta forma zonas van desde el altiplano hasta la costa, explica la ONG Oceana.

Pero, antes que nada, es necesario entender de qué se trata este fenómeno de El Niño inicialmente. Este está vinculado con el calentamiento anormal del agua en la región central y oriental del Pacifico tropical, generando cambios significativos en patrones climáticos e impactando en todo el planeta.

Por ende, dicho fenómeno implica fenómenos como: aumentos de las temperaturas globales, sequías en ciertas zonas o precipitaciones intensas en otras, alteraciones en patrones de viento y también en corrientes oceánicas.

Este fenómeno será más intenso en los meses de junio, julio y agosto, e influye de manera qué: “la atmósfera también se calienta, favoreciendo el ascenso de aire cálido y húmedo, formándose nubes que se traducen en lluvias intensas”, afirma MeteoRed.

Por otro lado, el fenómeno de La Niña se caracteriza por un enfriamiento de las temperaturas del océano en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial. Se produce cada dos o siete años y alterna con el episodio inverso y momentos neutros.

Estas variaciones de temperaturas pueden provocar fluctuaciones importantes del clima a nivel mundial, es decir, “la Niña es la ‘fase fría’ del fenómeno llamado El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), que modula las condiciones climáticas a nivel global, y particularmente la variabilidad año a año del clima en Chile”, señala el Dr, Martín Jacques, del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción.

La Niña influye de manera qué: “Una consecuencia relevante es la disminución de la precipitación de invierno en Chile centro-sur. Sin embargo, en veranos con señal La Niña, hay una tendencia a registrar mayor precipitación en el Altiplano y en la zona austral de Chile, y mayores temperaturas máximas en el Valle Central”, afirma el  Dr. Martín Jacques.